Fotografía corporativa: Tu empresa en imágenes

En un mundo cada vez más visual, las imágenes que de nuestra empresa proyectamos hacia el exterior son de vital importancia. Además de poseer un logotipo remarcable, una gama de colores y un diseño gráfico que representen nuestros valores de marca, hemos de tener presente en todo momento que cada una de las imágenes que nuestros potenciales clientes recibirán contiene un mensaje: un mensaje que habla sobre quiénes somos y sobre aquello que ofrecemos (a un nivel literal, sí, pero también abstracto o figurado).

Es por ello que la fotografía corporativa de cualquier empresa (el llamado ‘branding corporativo’) debe ocupar un lugar privilegiado en la jerarquía de prioridades de todo plan de marketing. Es decir, que no debemos escatimar (ni en esfuerzo, ni en tiempo, ni en dinero) cuando se trata de retratar el alma de nuestra marca a través de una lente fotográfica, ya que dichos retratos serán, en la mayoría de casos, la parte sustancial del contenido con el que establezcamos contacto con nuestro target, y, asimismo, de los mensajes con los que consolidaremos la tan necesaria relación de confianza con nuestros clientes.

Un tipo de fotografía corporativa para cada empresa

Aunque parezca una obviedad, consideramos que conviene resaltar este aspecto del branding corporativo: no cualquier imagen ni cualquier fotografía sirve para cualquier empresa. Cada marca, en su afán por desmarcarse de la feroz competencia que en la actualidad caracteriza el comercio digital, debe encontrar su propia línea estética, original y única, que relate a sus clientes una historia: la historia exclusiva de la propia firma. Para ello, es imprescindible realizar un estudio previo (tanto del mercado o sector en el que se inscriba la actividad particular de la empresa en cuestión, como de la propia filosofía y los objetivos de la misma), gracias al cual obtendremos una guía de inestimable valor para el establecimiento y posterior desarrollo de los criterios por los que habrá de regirse la imagen corporativa.

Una vez esbozados los parámetros fotográficos y estéticos de la marca, el siguiente paso que debería dar la empresa sería ponerse en contacto con un profesional de la imagen. En esta reunión, en la que conviene estén presentes los directivos y los responsables del equipo de marketing, se facilitará al fotógrafo toda la información pertinente para que, trabajando al unísono, se llegue a un ‘entendimiento’ entre las partes: el profesional fotográfico, después de haber escuchado la perspectiva de sus clientes, dará su visión al respecto, reencauzando la mirada de los responsables de la firma en caso de ser necesario. No hay que olvidar que nadie como un fotógrafo profesional con experiencia en fotografía corporativa sabrá qué pautas marcar para que cada imagen que la empresa proyecte en adelante surta el efecto deseado en los receptores.

El fotógrafo corporativo al servicio del cliente

Una de las principales preocupaciones del fotógrafo experto en fotografía corporativa (o branding corporativo) debe ser conseguir aunar las necesidades y los deseos del cliente con una línea estética adecuada. Es decir, encontrar el equilibrio entre ambas facetas. Para ello, no solo habrá de poseer el tacto, la astucia estética y la capacidad de análisis adecuados (que solo proporcionan años de experiencia), sino también tener una perspectiva sobre el terreno en el que sus clientes vayan a moverse. En otras palabras, además de saber cómo fotografiar (cómo  capturar la esencia y los valores de una marca en instantáneas atractivas y sugerentes), un buen fotógrafo corporativo ha de poseer conocimientos sobre el entorno digital y las actuales dinámicas de consumo de los usuarios cibernéticos.

Asimismo, el fotógrafo experto en branding corporativo debe saber ‘hacerse a un lado’ cuando es preciso: aunque las fotografías que tome para la empresa que lo contrate posean algo de su marca de estilo propia (un elemento que todo profesional desarrolla y deja notar con el paso de los años), deberá focalizar sus esfuerzos en crear una nueva senda estética para cada uno de sus clientes. Es decir, que durante el tiempo que dure el proyecto debe intentar mimetizarse con la idiosincrasia de la empresa para la que esté trabajando, cediendo sus capacidades y su maña artística para ponerlas al servicio de algo más grande que él mismo: la imagen de marca de su cliente.

2019-02-11T08:45:10+00:00