La expresividad que proporciona la fotografía en blanco en negro es difícilmente comparable con cualquier otro tipo de técnica fotográfica. Aunque estrictamente hablando el blanco y negro describe una tecnología visual (hace referencia a los distintos procesos químicos por los que pasa una imagen), para muchos profesionales es un género en sí mismo, dadas las muchas particularidades que la alejan de la fotografía en color. A continuación veremos cuáles son algunas de las principales características y posibilidades que ofrece la fotografía en blanco en negro, de cara a que, si estás pensando en desarrollar un proyecto (ya sea un book para tu uso y disfrute, un reportaje con perspectivas comerciales o un catálogo eCommerce) no desestimes la opción de tomar tus fotografías valiéndote de este poderoso y versátil estilo fotográfico.

El dramatismo

La fotografía en blanco y negro tiene la capacidad de evocar emociones que, en muchas ocasiones, serían difíciles de transmitir en color. Pensemos, sin ir más lejos, en una escena cotidiana (una niña jugando en el parque) o en la panorámica de un paisaje. Así, una imagen a color que podría pasar desapercibida en una sesión fotográfica, virada al b&n puede ser transformada en una captura deslumbrante. Para que esto no suceda (para que no dejemos pasar una fotografía con potencial), mientras visualizamos una imagen (tanto ya tomada —y revelada o digitalizada—, como desde el visor de la cámara) hemos de ser capaces de aplicar el hipotético filtro en blanco y negro. Para ello, obviamente, es necesario contar con un ojo más que acostumbrado a realizar semejante tarea creativa, algo que solo lograremos tras una dilatada experiencia disparando y editando.

Cuando utilizamos el concepto ‘dramatismo’ hacemos referencia a esa vertiente del término que tiene que ver con la narración de historias, que es al fin y al cabo la esencia del arte fotográfico. Utilizar el blanco y negro suele ser en muchas ocasiones la mejor herramienta para contar una historia con un tono, un tempo y unos matices determinados (así como el color lo es para hablar de otra clase de narraciones, como las dirigidas a niños). De este modo, por ejemplo, si queremos que una fotografía retrate un escenario (o unos personajes, o un producto) dotándolo con cierto halo de misterio, de lujo o de elegancia, el b&n suele ser un recurso casi imprescindible.

La focalización deseada

Uno de los rasgos que hace destacar a la fotografía en blanco y negro por encima de las imágenes en color en ciertos proyectos es su capacidad para focalizar la mirada (es decir, la atención) del espectador. Gracias al gran juego de contrastes al que se presta este estilo fotográfico, podemos destacar un objeto dentro del encuadre para que adquiera el protagonismo que deseamos otorgarle. Asimismo, el propio contraste lumínico, despojado de color, añade matices de gran valor. Los distintos planos de una fotografía, la profundidad de los objetos, el contorno de las siluetas, los sujetos difuminados, los efectos visuales… todo ello, pasado por el tamiz del b&n, forma una combinación que ofrece infinitas posibilidades, a cada cual más atractiva.

La versatilidad

Esta característica puede deducirse de los párrafos anteriores: la fotografía en blanco y negro se presta a cualquier tipo de formato y género, siendo asimismo más que válida para la combinación de varios de ellos. Por ejemplo, si queremos dotar de un mayor dinamismo a una serie fotográfica, un excelente recurso puede ser incluir alguna fotografía en b&n entre el conjunto en color. Por sí sola, esta acción ya estará añadiendo un significado extra, tanto a la serie como a esa imagen en particular, con independencia de la temática que aborde.

La atemporalidad

Por supuesto, si de algo puede presumir la fotografía en blanco y negro es de su capacidad para transformar prácticamente cualquier imagen en atemporal. No hace falta más que pensar en alguna fotografía que hayamos visto últimamente (ya sea un retrato, la foto de una boda o la de un paisaje) para advertir esta característica: podría haber sido tomada hace treinta años, o, si nos proyectamos en el futuro, tampoco resulta difícil imaginar que la misma fotografía podría corresponder a una época venidera. Eso sí, en este aspecto influyen otro tipo de factores, como la textura de la imagen o ciertos elementos delatadores (la vestimenta de los sujetos, el contexto en el que se enmarca la instantánea, etc.).

2019-02-11T08:44:25+00:00